Cuidado que hoy ando un tanto metafísico... bueno, ahí voy.
Yo, Alberto, el dibujante de cómic entre otras cosas, tengo muchos maestros. Al principio eran perfectos desconocidos a los que copiaba sin parar: Harold Foster, Frazetta, Moebius, Barry Winsor-Smith, Hermann, Corben. Pasó el tiempo y claro empezaba a tener otras dudas existenciales, también muchas relacionadas con el dibujo, con la composición, con la planificación de página, el color... Y mis primeros maestros; A) No me conocían de nada. B) No me conocían de nada. C) No me conocían de nada y D) Vivían a tomar por culo. Sin contar a Harold, que por aquella época ya debía de estar descansando plácidamente en el Valhalla.
Frustrante ¿no?.
Tengo que decir que mi amado hermano Pipo, un extraordinario artista plástico, me ayudó muchísimo con el dibujo, la perspectiva y mil cosas más, pero no quería saber nada del cómic.
Mis dudas seguían estando ahí y me impedían seguir aprendiendo. Y como reza el dicho: “cuando el discípulo esta preparado, el maestro aparece”... vale, es algo pretencioso, ok... o eso, o el azar o mi tozudez, porque mis nuevos maestros aparecieron y a pesar del ridículo que soportaba haciéndome pasar por su escolta personal (este dato es real y se puede constatar), estaba decidido a aprender todo lo que pudiera de ellos. Así fue como Lorenzo F. Díaz, Francisco Pérez Navarro y Jordi Sempere entraron en mi vida y se convirtieron en mis tutores personales, sin ellos saberlo, claro.
Sigo estudiando a otros dibujantes de distintos estilos y con mucho talento: Rubén Pellejero, Pascual Ferry, José Luis Agreda, Mignola, Steve Rude, Oeming, y un largo etcétera.
Pero como ustedes comprenderán, no es lo mismo. Por eso, desde aquí les mando un fuerte abrazo y les juro tener el cómic prometido, preparado para este próximo salón.
Y estoy en disposición de hacerlo constar principalmente porque si no es así, el guionista, mi gran amigo Pedro Rdguez Carballido, además de dejar de ser mi amigo, me mandará a casa un ninja esloveno para partirme la cara con sus katanas, sus estrellitas y toda la pesca.
Unas cuantas páginas para abrir boca.


